sábado, 29 de agosto de 2009

Un paso atrás

Fumó una calada del cigarrillo apoyado en el balcón, mientras la fiesta rugía detrás suyo. Por contraste, la calle estaba casi desierta, solo algunos coches se atrevían a cruzar la ciudad, la mayoría de ellos taxis. Aquel era un momento suspendido en el tiempo.

Sabía sin girarse lo que pasaba en el piso de Marce. El australiano intentaba impresionar a alguna amiga de una amiga con las raras costumbres de su pais. Junto a él, en los sofas, las tres parejitas de siempre intercambiaban direcciones de restaurantes y obras de teatro. Otros asistentes a la fiesta revoloteaban y se mezclaban una y otra vez, no pasando más de media hora conversando con las mismas personas. Y, por supuesto, todos pasaban por la mesa que habían puesto en el hall a modo de bar. Bar en el que, como debía ser, ya estaban escasos de hielo.

-Así que aquí es donde se esconde el homenajeado... - oyó a su espalda, mientras las manos de Laura acariciaban sus costados. Se volvió con una sonrisa. Apenas llevaban unos meses juntos, pero podrían llevar perfectamente toda la vida.

-Estaba echando un cigarrito. - le contestó despreocupado.

-No me seas mentiroso. Hay tantos ceniceros repartidos por la casa que podríamos hacer una torre hasta el techo. ¿Que te pasa?- Le rodeó toda la cintura con sus brazos, entrelazando las manos en su espalda. Sonreía contenta. A veces creía que su sola presencia la hacía feliz. Y le gustaba esa idea.

-Nada.- Ella frunció el ceño. -En serio, nada. Solo quería separarme un momento del jaleo, nada más.

Ella se soltó y se asomó al balcón, mientras él la imitaba. Tras observar unos instantes la calle, ella se giró para mirarle directamente a los ojos. -Explicamelo.- Siempre que el sacaba alguna manía suya a relucir, ella le miraba a los ojos y le pedía que se la explicase. Le dedicaba toda su atención, como si sus pequeñas tonterías fuesen importantes.

-Es solo... A ver, estoy en mi cumpleaños, han llegado amigos del pueblo, de la uni y del trabajo. Tenemos la casa a reventar, todo el mundo se lo está pasando bien, y puedo por un día ver a casi todo el mundo al que quiero.- Hablaba casi más para él que para sí. Siempre lo hacía cuando hablaba con ella. -Soy feliz. Hoy soy feliz. Y cuando soy feliz me gusta, por un momento... no sé, separarme. Dar un paso atrás y mirar ese momento en el que todo era perfecto y encajaba. Mirarlo y disfrutarlo, ¿entiendes?

Ella se quedó en silencio un momento, sonriéndole con dulzura. -Lo intento,- le dijo. Luego se acercó más a él, hasta que solo le quedaban unos centimetros para respirar a sus bocas. -Disfruta el momento. Voy dentro, que tengo frío y creo que lo prefieres. Pero antes tendrás que darme un beso...

-A veces, cuando te beso, el mundo se detiene.

Él acercó sus labios y le dio nu beso suave y breve. Después, sin poder ni querer evitarlo, la atrajo hacia sí por la cintura y la besó con fuerza. Con un hambre que exigía ser alimentada. Como si separarse solo un segundo fuese un precio demasiado caro. Y entonces nada importó: Ni la fiesta ni el frío ni la calle ni nada.